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EL CISMA DE ALBAIN

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NOTA Este autorol está escrito a modo de resumen, básicamente porque deseo que la trama avance sin tener que redactar algo que me resulte denso de leer hasta a mí. De este modo me ha sido más liviano y considero que se expresa bien el punto en el que se encuentra la trama.

 

Reunión de urgencia en la sala del Consejo. La mayoría de los asuntos de estado han quedado paralizados ante la situación en la que se encuentra la corona y la consiguiente división entre facciones, por lo que tomar decisiones resulta imposible.

 

Pero hay algo que no puede esperar más, razón por la cual ambos bandos se encuentran reunidos ahí. Todos parecen intrigados por el llamado, Argyll incluso pregunta, mordaz, si la reina piensa al fin abdicar y dejar de poner las cosas difíciles. 

 

Yvaine lo ignora deliberadamente, alegando que lo que les concierne en ese concilio está lejos de esa pantomima sucesoria, y que se trata de algo más serio. 

 

Argyll no se muestra muy contento con la contestación de la reina.

 

La albina expone el caso. El poder judicial compete a la corona y por ende al consejo, quienes designan a los fiscales. Pero no se puede obviar el papel clave que cumple la Inquisición en la mayor parte de los arrestos y el problema que supone que, ahora que la religión no acepta el gobierno real, no se consulten determinadas decisiones. Yvaine teme que, aprovechando la inestabilidad, la autoridad eclesial tome más poder del que le compete. Ya no es un órgano que trabaje a mano con la corona.

 

Nunca lo fue en realidad. 

 

Pero ahora, si se muestran contrarios a ella, es el deber de la realeza y la nobleza pararles los pies y recordarles cuál es su sitio. Su poder será el espiritual, pero por mucho tiempo se ha olvidado de quienes deben ejecutar la ley en realidad. 

 

El que fuese Duque se mofa. Alega que ese es el problema de la reina, quien se ha ganado a pulso el ser excomulgada, y le aconseja que no intente endosarlo a otros como si fuese un contratiempo común. El Lord-Protector se muestra conforme. Parece que esperan que ella se tambalee, reconozca que no puede con todo y se rinda.

 

La reina no va a pasar por el aro. Por supuesto que es algo que concierne a todos, ya que la iglesia tampoco reconoce a Finn como candidato al trono al ser un bastardo. Guste o no, deben trabajar juntos en eso, ya que aprovechando la mala relación, Yvaine sospecha que la iglesia pueda pretender dar un golpe de estado. 

 

No va desencaminada en realidad. 

 

El Marqués pregunta que qué propone. Yvaine dice que apresar y enjuiciar a los brujos debe correr por cuenta del poder judicial, entre otras cosas. Lo cual, en la mente de la reina, conlleva un mayor escrutinio de los casos individuales de cada arrestado. 

 

Ese es el primer paso...

 

El concilio no parece conforme del todo. Finn, que hasta hace poco ha estado callado como una marioneta, se muestra conforme con la decisión de Yvaine. Argyll lo manda a callar, no es más que un crío que debería dejar a su Senescal tomar ese tipo de decisiones. Él no entiende.

 

Amberle parece a punto de replicar, aunque ella ni siquiera tiene derecho a hablar, pero Finn se adelanta. No será nunca un buen rey si no le permiten participar y opinar, sólo así aprenderá. Yvaine evita mirarlo, por si acaso intenta guiñarle un ojo. Hay que mantener la neutralidad de cara a ambas facciones.

 

Amberle sonríe orgullosa, ha enseñado bien al niño.

 

Lady Sarah interviene, preguntando por el destino de las minas de argyrion. No pierde oportunidad para querer hacer dinero. El Conde también muestra interés, obviamente todo lo relacionado con veteados que poder adquirir le interesa.

 

Yvaine se aclara la garganta, ese es el segundo paso...

 

Anuncia que deben ser cerradas en base a la ley Secular, ya que perdido el favor de la realeza se cancela el derecho de explotación de la iglesia. No se extraerá más metal hasta nuevo aviso. No puede requisar las armas en poder de la Inquisición, pero sí detener el flujo de extracciones y por lo tanto, que sigan forjándose armas, armaduras, emblemas y maquinaria de tortura.

 

El Lord-Protector está indignado, ese es un acto de alta traición y se niega a que su facción participe. Yvaine considera que más traición es bloquear las fronteras y no dejar entrar ni salir a nadie. Le pregunta si quiere ver las cuentas y cómo han empezado a resentirse tras detenerse el flujo de comercio con el exterior. Las medidas tomadas por la Sacra Ciudad de Berista afectan al valle en su totalidad, debilitándolo, ya sea moralmente o con la falta de algunos recursos.

 

En algún momento, será fácil de tomar.

 

Yvaine presenta aquello como otra contra-medida para responder a Berista. Si el Pontífice cree que puede castigarlos, ellos deben demostrar que no van a poner la otra mejilla. Las minas están en el reino blanco y no se sacará ni una sola mena sin que el Consejo lo autorice. Sabe que los intereses de los presentes entran en conflicto, que cada uno tiene sus propios planes para Albain, pero amerita dejar de lado las diferencias y trabajar en conjunto en favor de lo único que los une: el reino y su futuro.

 

La soberanía se debilita mientras la iglesia se hace más poderosa. Si permiten que esas rencillas fracturen más el poder, todos perderán y Albain será absorbida por Berista y quedará bajo la jurisdicción directa del Sumo Pontífice. No habrá rey, reina, senescal o señor que pueda tomar las riendas.

 

La reina pide colaboración y que por una vez, haya unidad frente a sus decisiones. Finn se levanta, es joven, demasiado, pero está a favor de su "hermana". Lord Berwick, nervioso como siempre, se yergue también, pues está al tanto de las pérdidas. Toda la facción que apoya a Yvaine lo hace también... El Marqués, el Conde, Lady Wilson...

 

Son mayoría. Yvaine dirige a los dos miembros restantes, Argyll y el Lord-Protector, una mirada llena de intención. Amberle interviene, pues aunque ella no tiene voz ni voto, suelta un comentario mordaz a los dos hombres. Les pide que no se dejen influir por sus frágiles orgullos masculinos, nada debería frenar una decisión que ha sido tomada para bien, incluso aunque conlleve aliarse con el enemigo. Mira a Yvaine mientras dice eso, pero la albina no comenta nada al respecto. No sabe si intenta ayudarla o aprovecha para meterse con ella. Tal vez es ambas cosas.

 

O tal vez, sin que Yvaine lo sepa, Amberle está hablando de sí misma.

 

Argyll pregunta a Yvaine si sabe que esa medida acarreará algunas revueltas y actos hostiles por parte de la Inquisición, y ella contesta que es plenamente consciente de ello, y que por eso deben hacer una coalición inexpugnable, que la iglesia no pueda aprovecharse de la división. Hay que tomar medidas y hay que hacerlo pronto. Ya tendrán tiempo de volver a los dilemas de sucesión cuando esa tormenta pase.

 

El otrora Duque asiente, y con lentitud deliberada se levanta. Atónito, el Lord-Protector se ve obligado a hacer lo mismo, un par de minutos después.

 

Y con ello concluye la sesión más atípica hasta la fecha, salvando las distancias con la que presentó al Príncipe de Ceniza. Pintorescas personalidades la componen, lo nunca visto: un desterrado, dos bastardos y una prostituta, entre otros, tienen el destino del reino en sus manos.

Y también, es muy posible que ese sea el inicio de un cisma en la religión albainen...

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