
LA SEMILLA DEL CONFLICTO
NOTA Este autorol está escrito a modo de resumen, básicamente porque deseo que la trama avance sin tener que redactar algo que me resulte denso de leer hasta a mí. De este modo me ha sido más liviano y considero que se expresa bien el punto en el que se encuentra la trama.
El cambio en las leyes no fue bien recibido por todos, y no es de extrañar. La derrota de la autoridad eclesial tambaleaba la moral dañada de un pueblo que siempre estuvo roto, y aceptar como hermanos a aquellos marcados como criminales por el simple hecho de nacer diferentes, aumentó el malestar general en todos sus flancos. La segregación se tornó más latente, y hubo quienes desoyendo las leyes establecieron sus propios criterios. No se aceptaban magos en las misas, ni en ciertos locales, y en muchos lugares donde sí, solían recibir un trato vejatorio o injusto. ¿Cómo regulaban el acceso cuando era algo que no siempre se percibía a simple vista? Fácil, sellos y agujas de argyrion obtenidos de forma ilegal. Eso levantaba las sospechas de que la iglesia estuviese detrás, vendiendo las existencias de dicho metal que no habían logrado ser requisadas. No había pruebas, lamentablemente. A eso se sumaba que, en pleno descontento general, se produjesen también altercados y reyertas que no terminaban bien.
"Eh, tú, chusma, ¿cómo te atreves a sentarte en la barra de esta taberna como si fueses uno más? Deberías comer en el suelo como la alimaña que eres."
Las peleas surgían.
Sin embargo no era algo unilateral, no se podía culpar solo a unos. ¿Qué pasaba cuando un mago o un brujo cometía deliberadamente un delito? Daba, desgraciadamente, la razón a los que albergaban odio arraigado hacia ellos, y generalizaba incluyendo a inocentes. Y viceversa. No eran magos contra humanos, eran personas contra personas. Se trataba de una situación muy complicada, como la superficie de un lago helado que podía quebrarse de un momento a otro.
Pero eso no era todo. Como bien es sabido, uno de los libros de draíochta (que contenía los nombres de algunos de los usuarios del don y no humanos registrados en Albain) fue robado del Archivo Civil. Eso desencadenó que muchos de los que aparecían ahí se convirtiesen en víctimas de ataques de odio, tornando las calles de Brigann un lugar más inseguro aún por las noches, cuando principalmente tenían lugar los incidentes. La posibilidad de que fuese todo dirigido por alguien en las sombras era muy probable, ya que junto a los muertos aparecían pintadas de sangre. Amenazas mal escritas dado el analfabetismo del reino, símbolos o garabatos satíricos.
Pero no se podía averiguar cómo se estructuraban, ya que aparentemente, no había tal organización. Mandatos dispares, transmitidos a través del boca a boca mediante mensajes en clave, que llegaban hasta aquellos que compartían ese deseo de regresar al antiguo orden.
Y si bien en algún momento los ataques remitieron (debido al toque de queda, al refuerzo de la guardia urbana y a el destape de ciertas conductas corruptas que fomentaban el tráfico de argyrion), en algún momento la actividad regresó de nuevo. Había quienes, alentados por esos "héroes anónimos" que purgaban las calles de herejes, se sumaban a la causa por cuenta propia, matando a alguna vecina sospechosa de bruja, apaleando a gente que trabase amistad o incluso se vinculase sentimentalmente con "gentuza de esa calaña", haciendo más difícil el rastreo del origen.
Miedo. Recelo. Angustia.
Pero, como se ha mencionado antes, no se trataba de un suceso unilateral. Allí donde hay odio sólo puede engendrarse más odio aún. Muchos usuarios del don se veían obligados a volver a mantenerse ocultos de nuevo, otros se negaban a ello, y el sentimiento de haber caído en una trampa de esperanza, echaba raíces como un germen contaminado. Se terminaron formando guetos dentro de los barrios marginales, con casas marcadas donde vivían. Era una advertencia establecida por ellos mismos, pero a su vez se sentían cercados como ganado.
Malos tiempos para vivir en Brigann.
Por supuesto, en mitad de todo esto, surgía en algunos el deseo revanchista tras siglos de opresión, considerando ineficientes las medidas tomadas por la casa real. También, estaban aquellos que no entendían por qué debían someterse al odio de sujetos débiles que no habían sido bendecidos con dones, y por ende, los envidiaban y temían por esa razón.
Surgiría un portavoz, antiguo miembro de los rebeldes, que demandaría una respuesta contundente, el verdadero lugar y respeto que les correspondía como seres superiores. Un profeta, un caudillo al cual muchos seguirían, abanderando la supremacía que siempre les había sido negada. Estaba abierto al diálogo más, si sus demandas no eran escuchadas, amenazaba con atentados contra el reino. Había que pagar sangre con sangre, y si la reina no tomaba medidas, lo harían ellos mismos.